Digan lo que te digan y le guste a quien
le guste, la verdad es que broncearse es delicioso, más aún cuando agarras un
color canela brilloso que se ve increíble.
Además existen otros beneficios inmediatos, como las marcas del bikini
que la verdad se ven muy sexies.
Pero también pueden existir varias
complicaciones de salud sobre todo si abusamos del bronceado.
Es cierto, el sol es sumamente necesario,
algunos procesos químicos en nuestro cuerpo y en muchos seres vivos, se activan
al contacto con los rayos solares.
Incluso nos levanta el ánimo ver salir el sol y disfrutar del calor en
nuestra piel. Muchos animales se quedan
al sol largas horas, en especial los reptiles. Pero todos lo hacen con cierta
medida y por una razón en particular, no por simple gusto.
Así que no está del todo mar tomar el
sol, pero si abusar de ello y hacerlo todos los días. Sobre todo cuando nuestro cuerpo no está
acostumbrado.
Lo primero que debemos tomar en cuenta es
nuestro tono de piel. Entré más blancos
seamos, menos es la cantidad de sol que podremos soportar. La piel blanca es más susceptible a quemarse
y a sufrir daños por exposición solar.
Las personas de color obviamente tienen más resistencia.
La constante y prolongada exposición
solar puede ir desde una quemadura simple hasta cáncer en la piel. Así que no estamos hablando de cualquier
cosa.
Podrá ser delicioso y podrías agarrar un
color genial, pero en verdad estás poniendo en riesgo tu piel, pues no es lo
mismo que te de el sol, a tirarte literal al sol y además añadirle aceititos
para que te cocines como debe ser.
Además, si en verdad te preocupa verte
joven, el sol es el principal elemento que deberías evitar, incluso en la
ciudad, pues las arrugas aparecerán más rápido y mucho más marcadas. Por lo que no importa donde te encuentres,
siempre un excelente aliado será el bloqueador solar.
Algo en lo que pocas veces pensamos es
que la intensidad del sol y la protección natural que existía en la atmósfera
de nuestro planeta se han modificado en gran medida, por lo que hace 10 años
podías permanecer mucho más tiempo al sol sin sufrir los mismos efectos que
sufrirías hoy en día.
Es una práctica muy riesgosa que a todos
nos encanta, pero que deberíamos empezar a dejar de lado. No significa que no vayas a la playa, sino
que evites en lo posible exponerte completamente al sol, y siempre proteger tu
piel. Así no correrás riesgos y
posiblemente evites pasar uno o dos días encerrado en tu cuarto de hotel
sufriendo la tortura de una quemadura corporal.
Al igual que tu piel, debes prestar mucha
atención a tus ojos, pues también se ven afectados por el exceso de luz y por
el sol directo. Siempre es bueno
protegerlos con lentes de protección UV de buena calidad.
Así que si vas de vacaciones, además de
tu traje de baño, no olvides un buen bloqueador.
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