Una de las consecuencias de ir a la playa, ya sea con fines de descanso o bien para practicar actividades deportivas, es
que uno se asolea intensamente. Eso es grato para efectos de adquirir un
atractivo bronceado de la piel, al
tiempo en que se pone en forma el cuerpo. Sin embargo, también es preciso
considerar los problemas de salud
relacionados con una excesiva exposición
al sol. Por todo lo anterior, vale la pena seguir algunas recomendaciones
para tomar el sol en la playa, de
manera segura, sin importar que se repose
en la arena o bien que se practique algún deporte en la playa.
Hay que aplicarse el protector solar que corresponde mejor a nuestro tipo
de piel. Para saber cuál es el más adecuado, es conveniente consultarlo con un especialista.
También es adecuado exponerse de manera
paulatina al sol, tratando de evitarlo entre las 12 y las 16 horas. No hay
que olvidar aplicarse protector solar
en casa, antes de exponerse al sol y
renovar esa cubierta frecuentemente.
No hay que exponer a los niños pequeños al sol de manera directa,
especialmente entre las 12 y las 16 horas. Es preciso utilizar para protegerse:
lentes de sol, gorra, sombrilla y
camisetas de manga larga si es preciso. Pero el peligro de quemaduras e irritaciones en la piel
por el contacto del sol, no se deriva solamente de tenderse mucho tiempo en bikini en la playa o practicar un
deporte náutico durante varias horas. Otras actividades al aire libre como pasear
en bicicleta, correr y trotar con
la mascota, también requieren protección
contra el sol.
Hay que cuidarse también de las superficies que reflejan notablemente el
sol, como la hierba, el agua, la arena, etc. Para cuidar la piel en la playa no debe guiarse uno tanto por el calor
que se sienta, sino más bien, por la posible radiación que se capte. Ante la menor duda de sí es seguro
desarrollar deportes en la playa o al aire libre, lo mejor es aplicarse
crema.
De igual manera es esencial hidratarse convenientemente, bebiendo agua con frecuencia; secarse bien la piel tras haber tomado
un baño, para evitar un efecto lupa que dañe
nuestra dermis y cuidar las modificaciones que experimenten las pecas o lunares, puesto que si aumentan su tamaño, cambian de forma o de color, lo mejor es acudir a
que nos revise el dermatólogo.
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